Comprometidos con los hombres, nuestros hermanos, en una sociedad poco sensible y mucha veces injusta e insolidaria.
Hablamos de un compromiso digno, profundo y auténtico – desde 1218– donde muchos religiosos de forma anónima han sido: esperanza, consuelo, cariño, cercanía y justicia para tantos hermanos caídos y hundidos bajo el peso de «cadenas y miserias».