FRAY NELSON DAVID MORENO CONTRERAS nació el 12 de marzo de 1983 en Distrito Capital (Venezuela). Inició el postulantado en la Orden de la Merced en el Seminario San Pedro Nolasco de Palmira (Venezuela).

Y el 2 de septiembre de 2022 inició el noviciado en San Ramón (Lérida)

El 25 de enero de 2023, con 39 años, partió hacia la Casa del Padre.

El viernes 3 de febrero se celebraba la Misa funeral en el Santuario de San Ramón.

A continuación las palabras que Fray Jhoeiner David, novicio, dedicó a Fray Nelson en nombre de la Comunidad.

Escribo estas palabras desde lo más profundo de mi corazón y en nombre de mi comunidad. A todos nos sobrecoge una tristeza enorme por la ausencia física de nuestro hermano. Es lo más normal que podríamos sentir, pues somos humanos y Dios sabe de qué barro estamos hechos. Gracias por venir y acompañarnos en este momento tan difícil.

Hermano fray Nelson, nunca me imaginé vivir este momento, nunca pensé que de esta manera nos íbamos a despedir. No se me pasó por la mente que tan pronto ibas a encontrarte con tu padre que tanto amabas. Pero, lo más importante a resaltar, es que Dios era el que te esperaba. Hermano, nunca te vi tan feliz desde que te conocí, viviste plenamente a lo que estamos llamados aquí en el noviciado, te abriste a ser hermano y a vivir el don de la comunidad ¿Por qué insisto en que Dios te preparó? Porque Dios quiso que aquí lo conocieras, no en los libros de teología que estudiaste, sino aquí, entre los hermanos. Hace un tiempo estuve hablando con Nelson sobre la vocación, en dicha conversación, mi hermano fue capaz de mirar cómo Dios, siendo todo un caballero, lo sedujo hasta que tomó con firmeza la decisión de seguirle. Le brillaban los ojos, estaba profundamente emocionado al darse cuenta que el Señor desde siempre lo había llamado y desde siempre le había amado. Tanto fue así, que ese mismo día plasmó en una línea de tiempo los momentos puntuales donde Dios le había llamado.

Dios fue poco a poco sensibilizando su corazón a su gracia. Ese día salí muy contento al ver ese proceso que mi hermano había decidido comenzar. Además abrió su corazón al Perdón, poco a poco me fue contando cómo iba sanando las diferencias que tenía con un hermano, hasta culminar formalmente dicho perdón el domingo 22 de enero, tres días antes de su muerte. Dios ya lo tenía plenamente pensado. Además, les cuento que tuvimos unas diferencias antes que terminara el año, pero también como cosas de Dios, nos perdonamos el 31 de diciembre, horas antes que terminara el año. Como toda la comunidad lo ha dicho, Dios revistió el corazón de mi hermano, de inocencia y nobleza, servicio y fraternidad.

Su venida aquí fue única, literal: primera vez que se montaba en un avión, primera vez que hacía un pesebre tan grande, el cual tenemos aquí en su honor, y decimos y afirmamos, que lo hizo con mucho amor y esmero. Primera vez que conocía la nieve. Como dijo el padre Joaquín Millán: “Dios le preparó el camino con una alfombra blanca”. Para que ustedes vean como es Dios les digo: Ese día después de desayunar, dijo emocionado que quería empezar a nevar, entonces, él y yo, nos abrigamos y salimos a caminar a ver si nevaba. Aprovechamos la caminata para hablar, me dijo que quería conversar algunas cosas que le inquietaban. Entre tantas, me dijo que estaba feliz, que estaba agradecido con nosotros porque lo hemos ido acompañando hasta donde estaba, dando gracias por su camino en el seminario de Palmira en Venezuela y su estancia aquí: Luego se fue al dentista, y no lo van a creer, al llegar con el padre Francisco, empezó a caer mucha nieve y se quedó afuera conmigo y con fray Carlos disfrutando de la nieve. En la mañana antes de entrar a la casa me dijo: “quedamos vestidos y alborotados, no cayo nieve”. Pero no fue así, Dios se la envió para que no se fuera con la ilusión de conocer la nieve. Recuerdo claramente el rostro radiante que tenía ese día, disfrutó mucho el compartir como hermanos que estuvimos jugando con la nieve toda la tarde.

Nuestro hermano se fue dejando en nosotros lo que fue su servicio y su agradecimiento. Luego que entramos después de jugar con la nieve, nos preparó a todos un rico chocolate y en el hospital cuando se sintió mejor me dijo “Muchas gracias”. Vivió sus últimos momentos siendo lo que era.

Después de todo lo acontecido puede decir: Fue la Pascua, juntos vivimos la Pascua, viví  con él el drama del lavatorio de pies, estar allí con él y vivir el don del servicio, el de ser hermanos, el de estar juntos. Ese mismo día en la mañana me dijo “Nunca pensé que haríamos el noviciado juntos” y miren, Dios nos puso juntos hasta el último minuto. Gracias Dios, Bendita obediencia. Vivimos el Getsemaní del dolor y la angustia, el desconcierto y desosiego de la muerte. Pero Dios muy pronto nos ha dado el don de experimentar el gozo de la resurrección. Todos nos hemos hecho conscientes que Nelson en estos meses de noviciado, nació de nuevo: vivió lo que dice el evangelio: “Hay que nacer del agua a una nueva vida espiritual”.

Al ver cómo Dios fue tan maravilloso con él, aprendí que el cielo comienza aquí hermanos, entre nosotros, entre hermanos, en la comunidad, en el estar juntos. El cielo comienza cuando abrimos el corazón a ese encuentro profundo con el Señor Jesús. Dios quiso que muriera a los 39 años, que importa… ¡Cuánto tiempo estaba esperando el Señor el momento en que Nelson contemplara su rostro aquí, entre nosotros, eso bastaba! Anhelaba ser sacerdote, pero Dios lo quiso como un simple fraile novicio, allí lo encontró. Allí experimentó las bodas nupciales con el cordero. Por eso decimos que Nelson es más mercedario que todos, ahora no hay quien le quite ese escapulario en el cielo junto a nuestra Madre.

Para culminar, quiero hacerle un último detalle a mi hermano: en la última hora santa que preparó me dijo que cantara una canción que recientemente escribí. Le dije que no porque me daba pena, pero hoy se la canto con mucho cariño; como le gustó sé que la cantará conmigo junto al Señor Jesús.

Algo peculiar de la canción es la segunda frase del coro que dice “enséñame a amar”, ese día que la escribí me quedé dormido murmurando aquella frase. No sabía que lo haría estando con mi hermano en sus últimos momentos. Por esto estoy agradecido y tengo la plena convicción que nuestro hermano Nelson goza ya de las alegrías del cielo.

Con mucho cariño para mí hermano de parte de toda la comunidad.

CANTO

Tú que me sondeas, Tú que me conoces
te pregunto: ¿A dónde iré sino a Ti?
Mis pensamientos conoces, más mis limitaciones y aun así, no te apartas de mí.

Señor, te doy todo
nada de mi quiero esconder.
Todo te doy, Señor,
en tus manos quiero permanecer.

Aquí estoy Señor,
Enséñame a amar.
Quiero servir y hacer tú voluntad.
Toma mi ser, es para Ti.
Cierro mis ojos, y descanso en Ti.

Sabes lo que quiero, conoces mis miedos
y me dices: “no temas estoy aquí, junto a ti”.
Escrutas mi alma, tu palabra me habla
y me hace decirte que…

Fray Jhoeiner David

Crónica de la Misa exequial por el P. Joaquín Millán

 

¿Funeral, festejo, homenaje? Todo junto, canto a la vida. Eso, canto a la vida nueva, a la vida buenaventura, a la vida anhelada. Ciento veinte asistentes,  veintiún celebrantes, estudiantes y novicios mercedarios, religiosas de la Consolación, de la Pureza de María, Josefinas, Franciscanas de san José, Claretianas, Compañía de Maria, Sociedad del Sagrado Corazón, Hospitalarias,

La coral canta: Dios del cielo, Señora de la altura. Nuestro amigo escala la montaña, por él te rogamos, Virgen del otero. Mientras introducimos a fray Nelson hasta el altar. Fray Ruben presenta su retrato, una espontánea deposita a sus pies un hermoso ramo de rosas blancas, y toda la concurrencia nos fundimos  en emoción, suspiros, lágrimas. Él sonríe, en ese retrato de feliz fraile blanco, enmarcado en cimbras monacales y cipreses altivos,  acariciado por el seto de arrayanes y alfombra de violeteras. En todo el templo se perciben los  jipidos y llantos de la pequeña Isa.

Abre Crístian con la perspectiva del cielo nuevo. Enuncia fray Kevín los gozos del Apocalipsis, recuerda el padre Millán: Lo he traído a mí, porque el Padre me  lo ha entregado.

El padre José Juan  saluda emocionado y da las gracias. Pondera el asombro que nos ha  causado la ida de fray Nelson; hace medio año aquí mismo le vestía el hábito con que ahora se ha presentado ante el Señor para estrenar la vida nueva. Vive para Dios, lo sabemos. Pero qué dura es la despedida, qué crudo desprenderse de un  hermano, joven además y del que se espera todo. Es penoso oficiar sepelios como sacerdotes, porque te aflora el sentimiento de los allegados que se quedan, pero esto  es más patético, lo realizas con el corazón partido por lo que te toca el que se va. La muerte lo arrasa todo, acongoja, cercena en unos instantes. Mas nos aviva la Palabra, en fray Nelson se realiza el apocalipsis, es el trigo que se ha podrido para germinar en espiga, es la persona nueva. En este santuario vivía feliz, comunicaba felicidad, se preparaba para dar fruto de bondad. Hace pocos días gozaba oyendo hablar de los marginados, de los encarcelados como proyecto de vida. Pero el Señor, no entendemos porqué, lo ha encontrado maduro, y lo ha  cosechado  ya. Hermanos, la vida es un ir madurando, poco a poco, para acabar en los brazos del Padre.

Jesús Matías se hace voz de la asamblea, en la oración de los fieles,  demandando al cielo reposo eterno para fray Nelson, serenidad para su familia, vocaciones para vida religiosa, paz para el mundo desbaratado, esperanza para los atormentados…

Mientras se preparan las ofrendas para el sacrifico por  Nelson y con Nelson, el coro canta: El Señor es mi fuerza; el Señor es mi canto; en Él está la salvación; en Él confío y no tengo miedo. Los veintiún sacerdotes, consagrando el pan y el vino, inmolamos al Salvador para la salvación del Novicio. Los mementos corren a cargo del padre Francisco y del padre Justo. Toda la gran asamblea nos apiñamos para clamar: Padre nuestro que estás en los cielos… venga a nosotros tu reino… líbranos de todo mal.

Mientras comulgamos, los novicios, convencidos, enardecidos, cantan con sus guitarras y a pleno pulmón: Todo mi ser canta hoy, por las cosas que hay en mí. Gracias te doy, mi Señor, Tú me haces tan feliz. Tú me has regalado tu amistad, confío en ti, me llenas de tu paz. Tú me haces sentir tu gran bondad, yo cantaré por siempre tu fidelidad. Gloria a ti, Señor, por tu bondad, gloria, gloria, siempre cantaré tu fidelidad.

Ha llegado el momento de la despedida. El padre Provincial, embargado, recita las precedes de ritual: Al paraíso te lleven los ángeles… Estamos seguros de que realmente has ascendido al paraíso, acogido por el cariño de la Madre tierna de la Merced, juntamente con Pedro Nolasco, Ramón Nonato y un montonón de frailes blancos; tu familia nueva. El padre Francisco rocía el ataúd con el agua que recuerda tu consagración bautismal; el padre Justo te inciensa, qué menos, pues eres ya bienaventurado.

Querríamos todos decirte algo, pero son nuestros pregoneros Josep María Pinyol y fray Joheiner Ballesteros: Aquel te dice en nombre de la coral que: éste es un adiós difícil; te deseamos un buen viaje, has sido un gran valor en nuestro coro; nunca hubiéramos imaginado este final. Con tus cantos, con tus ojos, con tu prudencia has dejado una marca muy personal; dejas un hueco difícil de llenar.

El Novicio te habla en nombre de la comunidad. Nunca imaginábamos este momento, pero ahora nos apercibimos que Él te esperaba; te iba preparando, porque vivías en plenitud tu vocación; hablabas como un bendito, orabas con intensidad… preparaste ilusionadísimo este belén grandioso que conservamos aquí; te deparó la alfombra preciosa de la nieve para que llegases a Él gozoso. Te prometemos que seguiremos tus huellas. Quiero ahora, Nelson dedicarte una balada que he compuesto con añoranza para ti.

El coro nos pone la carne de gallina con este canto de despedida: Tu sonrisa perdura en nosotros, ya te marchas, te alejas de aquí ,pero el valle que sabe tus penas brillará en tu camino, al partir.

Y te conducimos en procesión hasta las puertas del templo, con la ilusión de que muy pronto te recibirá tu madre y toda la familia.

 

Sacerdotes y religioso asistentes: Religiosos mercedarios:   Provincial José Juan Galve, P. Jesús Roy, P. Luis Alberto Cáceres,  fray Diego Pepio. Provincial de Castilla   P. Justo Linaje. Comunidad de Valencia: P. Juan Lorenzo,  P. Joaquín Pina. Comunidad Valle Hebrón: P. Jesús  Bel, P. José Mª Carod. Comunidad de El Puig de Santa María: P. Manuel Angles, P. Cristian Peña, fray Ruben Dario. Comunidad de Lleida: P. Vicente Zamora, P. Carmelo Portugal, P. Nacho Blasco. Comunidad de Castellón:  P. Paco Sanz. Comunidad de Sant Ramon: P. Francisco Marín, P. Joaquín Millán, Novicios: Kevin Cusch, Omar Alcántara, Jhoeiner Ballesteros, Javier Sotelo, Víctor Macario, Carlos Ordoñez.

Benedictino de El Miracle: P. Jorde Castanyer. Sacerdotes de  Cervera:  Mn. Xavier Romero, Mn. Eduardo Ribera, Mn. Mariá  Casals, Mn. Jaume Vilardell; de Tárrega: Mn. Josep Mª Vilaseca.

El cuerpo de nuestro Fray Nelson David Moreno Contreras llegó a Venezuela el 12 de ferebro.

Se celebró en nuestro Seminario Mercedario de Palmira, donde había realizado su postulantado una Misa exequial de cuerpo presente.

Al día siguiente se celebró la Misa funeral exequial en la Iglesia de San Juan Nepomuceno de Michelena, su parroquia natal.

¡Descanse en paz!

Noviciado 2022-2023