Este inesperado llamamiento a la caridad ciudadana impresiona notablemente al auditorio, en que destaca un personaje inquieto, de extraordinaria actividad, medio providencial para las fundaciones subsiguientes, Lorenzo Salom, que aquel mismo día transmitió los deseos del predicador a diez destacados mercaderes que, por su espíritu abierto y su intuición viva, asimilaron perfectamente el pensamiento del padre Jofré y se constituyeron fundadores de la nueva y necesaria obra.
Diecinueve días después del memorable sermón el Consejo General de la ciudad estudiaba el proyecto, y tan sólo dos meses después comenzaron las obras en un solar adquirido en las inmediaciones de la Puerta de Torrente, más tarde llamada de los Inocentes.
El rey Don Martín el Humano confirmó las obras y, a petición de los jurados de la ciudad, concedió el privilegio de amortización, firmado en Barcelona a fines del mismo año 1409.