Con Mariel Francisco Guardado Romero, más conocido entre sus amigos y allegados como Pancho Romero, finalizamos la presentación de los novicios que este 18 de noviembre tendrán su primera profesión.

¿Cómo y cuándo sentiste el llamado de Dios a la vida religiosa?

Muy bonito de recordar. Desde pequeño sentía la curiosidad, me llamaba mucho la atención la figura del sacerdote. Decía que quería ser como el padre (sacerdote).

Fui monaguillo hasta los 13 años, pero fue a los 18 años, mientras estudiaba mantenimiento de computadoras, cuando me di cuenta que no me sentía feliz con lo que había optado, sentía que me faltaba algo. Preciso en esos días de confusión conocí a los mercedarios, en El Salvador.

Por medio del Padre Luis Mejía (hoy maestro del Noviciado Mercedario en San Ramón Nonato) comencé, sin pensarlo, el proceso vocacional. Recuerdo cada sábado que tocaba convivencia sentir una alegría inmensa. Entonces conocí a otros frailes de la Orden de la Merced en mi país, a los frailes Gustavo Adolfo Sánchez y Juan Carlos Fortón.

Ellos me recibieron muy bien y me acompañaron en el proceso que duró un año, en el que además conocí más jóvenes que, como yo, sentían curiosidad por el modo de vida de los mercedarios.

Empecé a sentir que en La Merced estaba lo que sentía, lo que me faltaba para ser feliz. Poco a poco descubrí que esa inquietud y curiosidad era Dios quien me estaba haciendo una llamada a seguirle desde esta orden

Al terminar el año de convivencias fui admitido para ingresar al Seminario San Pedro Nolasco, en Guatemala, el 12 de enero del 2013… y así empezó mi etapa en la vida religiosa.

¿Cómo te sientes días previos a la primera profesión en este camino de vocación mercedaria?

En primer lugar, muy agradecido con Dios y nuestra Madre de la Merced por acompañarme y guiarme en esta etapa de Noviciado.

Estoy muy feliz porque es un día donde me consagro más íntimamente a Dios y donde puedo ver qué detalle ha tenido conmigo Dios.

También tengo muchos nervios, es un día muy especial en la etapa de nuestra formación, un paso muy importante de entrega. Son sentimientos encontrados.

Dejamos una comunidad la cual me enseñó mucho, personas que fueron parte de mi formación este año y ahora tener que partir… y por otro lado la ilusión y tristeza de mis familiares y amigos que no pueden estar conmigo en este día tan importante en mi vida.

¿Qué expectativas tienes del paso que das y lo que viene después?

Expectativas son muchas, pero prefiero vivir cada una en su momento, sin adelantarme a lo que pueda pasar, poniendo al servicio de los demás mis virtudes y estando siempre en disponibilidad.

Lo que viene es mucho estudio, trabajo, el prepararse es muy importante tanto en la formación intelectual y espiritual, eso sí, sin dejar de lado el seguir respondiendo cada día a esa llamada de Dios.

Pancho Romero, fraile de la Orden de la Merced.

¿Qué te llevas de tu experiencia durante este año como novicio mercedario en Lleida, España?

Una experiencia única que ha marcado mucho mi vida. Lo principal que me llevo es que no importa qué tan diferentes seamos. Aquí pude ver la importancia y el respeto en las diferencias en cultura, pensamientos, nacionalidades.. y todo partiendo de un punto en común: una llamada que cada uno ha recibido en su momento y a su manera, y cada uno espera trabajar por el Reino de Dios en el que se quieren hacer muchas cosas.

Me llevo la fraternidad, la comunidad, aprender a cuidar al hermano, a trabajar desde las cualidades y virtudes de cada uno, eso lleva a vivir más plenamente la vocación personal y del hermano. “Aprender a hacer comunidad y fraternidad”.

Fue un año de discernimiento en el Señor, de conocer más de la historia de nuestra Orden de la Merced y de trabajar en diferentes aspectos de mi vida, en lo espiritual e intelectual.

Pancho Romero en la actualidad

Francisco Romero, o mejor Pancho Romero, es hoy (2020) uno de los estudiantes profesos del Seminario San Pedro Nolasco, en Guatemala.

Allí llegó luego de haber emitido los votos simples en el Santuario de San Ramón Nonato, en Lleida, España.

En el seminario comparte su vida con otros jóvenes que también se forman como religiosos de la Orden de la Merced, entre ellos Celso Jiménez Reyes, Andrés Jaimes y también el sacerdote Abel Pérez, entre otros más.