SOMOS ORACIÓN

Somos oración y no podría ser de otro modo, teniendo por maestro y modelo    a Cristo Redentor, como inspiradora de la obra de redención a María de la Merced, y a Pedro Nolasco como el signo más cercano del amor redentor de Jesús.

SAN PEDRO NOLASCO

San Pedro Nolasco,

fiel imitador de Cristo Redentor,

es un hombre de acción.

Viaja, descubre el «infierno» de los cautivos, se siente interpelado por su dolor, desea poner bálsamo en tanta herida…, pero es también, y sin duda que por eso, un hombre de oración.

Pedro Nolasco, fiel imitador de Cristo Redentor y nosotros de él, estamos llamados a ser fieles a la invitación de redención y oración.

Vemos en nuestro padre San Pedro Nolasco el guía y modelo de la oración mercedaria. Siguiendo su ejemplo vivimos nuestra vocación redentora desde una íntima relación con Dios.

Ese Jesús orante, contemplativo e intercesor,  es quien invita a rezar al Padre, que está en lo escondido.

Él es quien nos enseña a sentirnos hijos e invocar a Dios como Padre, quien con su palabra y vida es modelo de aceptación de la voluntad divina.

María, modelo de oración

En María vemos el modelo de una vida mercedaria al servicio de los hermanos porque está nutrida por la fuerza de Dios, alimentada cada día con la Eucaristía y fortalecida con momentos de oración comunitaria y personal.

En María Madre de la Merced los mercedarios reconocemos a la joven de Nazaret llena de gracia, humilde esclava del Señor, que en un sí generoso, acoge el plan de Dios, se fía de él, canta la obra de Dios en ella, guarda y medita en su corazón lo que no comprende.

El rezo del Santo Rosario en comunidad forma parte de nuestro día a día.

Con estos modelos de entrega a Dios y servicio a los hombres, los mercedarios interiorizamos en la Palabra de Dios, la Eucaristía diaria, el rezo comunitario del oficio divino, meditación, oración personal, asidua visita al Santísimo Sacramento, lectura espiritual, examen de conciencia, retiro mensual, frecuente recepción del sacramento de la reconciliación y ejercicios espirituales.

El mercader de libertad, Pedro Nolasco, fiel imitador de Cristo Redentor, es un hombre de acción. Viaja, descubre el «infierno» de los cautivos, se siente interpelado por su dolor, desea poner bálsamo en tanta herida… pero es también, y sin duda que por eso, un hombre de oración, un contemplativo.