Fray Abel Pérez Villegas renunció
Ha tenido la oportunidad de nutrir su vocación religiosa a través del compartir con sacerdotes mercedarios con varios años de pastoral.
Ya conociendo el carisma mercedario y convencido de que este sería su base en una futura vida religiosa, renunció a su trabajo y dos meses después ingresó al seminario mercedario, “porque cuando Dios te llama no hay marcha atrás”. Allí, desde sus primeros días, experimentó un cambio de vida radical.
“En mi trabajo era muy feliz en lo que hacía, ganaba muy bien y no tenía ninguna responsabilidad o dependencia, todo lo que ganaba era únicamente mío.
“Me gustaba vestir y calzar bien, salir de fiesta, bailar y disfrutar la juventud socialmente con amigos y amigas; nunca tuve vicios aunque siempre me gustaba tomar una cerveza o bien un tequila jejeje”.
Al ingresar al seminario todo eso lo tuvo que dejar y lo que más le costaba era pedir permiso para salir, informar si quería comprar algo, pues después de 10 años laborales en la misma empresa tenía su propio dinero.
Precisamente supo administrar bien su dinero y ahorró por si por alguna circunstancia no le “iba bien en el seminario”.
“Nunca me sentí una carga económica para la Orden, a pesar de todo la misma Orden te provee todo lo necesario, que no tienes porque sufrir por algo que no es de utilidad. La Orden educa desde la libertad, con responsabilidad, y si sabes llevar la vida religiosa desde el primer día que ingresas, te vas dando cuenta que “más que dejarlo todo por seguir a Cristo, es ganarlo todo con Cristo, y eso te basta”.