Mi historia vocacional empieza en el año 2011, cuando estaba realizando mis exámenes para ingresar a la Universidad de san Carlos de Guatemala, en la Facultad de Medicina.
Por las circunstancias de la vida no pude aprobar los exámenes de admisión en la Facultad y decidí tomar un “año sabático” para discernir lo que acontecería en mi vida.
Durante ese “año sabático” me ocupo de la limpieza, orden de casa y el estudio para aprobar los exámenes de la facultad de medicina. Me quedaba solo en casa, ya que mis hermanas iban al colegio y mis padres trabajaban. Mi madre era docente de un colegio y mi padre, visitador médico.
Consiguientemente, tenía mucho tiempo para pensar sobre mi vida, analizo que mi vida era muy superficial y empiezo a leer la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Me animo a salir de casa y buscar una orientación espiritual y voy a una ermita llamada “El cerrito del Carmen”. Un sacerdote franciscano de esa misma ermita me ayuda a discernir y me da trabajo, pero sin paga. Hacía el trabajo de sacristán y monaguillo, me daban una habitación y comida. Me levantaba a las 4 de la mañana y caminaba desde mi casa hasta la Ermita, ya que a las 6 era la misa. Pasaba desde las 5:45 de la mañana hasta las 6 de la tarde en la Ermita, de lunes a domingo; y el resto del día compartía con la familia.