Luego, me incorporé al grupo juvenil, más por buscar a una muchacha que otra cosa, no obstante, mi vida se iba llenando poco a poco de Dios. Después me incorporé al grupo de acólitos de la parroquia, eso me hizo acercarme un poco más a la vida de la Iglesia.
Me gradué del colegio y comencé a estudiar ingeniería eléctrica en la Universidad. Yo hubiese deseado estudiar física teórica, pero mis papás me sugirieron algo más cercano al trabajo de mi papá; como también me llamaba la atención la ingeniería, accedí.
Un día, caminando por la peatonal, tomado de la mano de mi novia, eran como las cuatro de la tarde, se me vino a la mente un “pensamiento”, una voz en mi interior que decía: Quiero ser sacerdote. Decidí ignorarlo, pero a partir de ese momento, esa voz iba resonando en mi vida, cada vez más fuerte, hasta que ya no pude seguir evitándola.