UNA HISTORIA DE LIBERTAD

Hola, deseo compartir la historia de mi vocación contigo que lees estas letras, espero no aburrirte ni ser pesado, mi nombre es Luis Mejía nací en 1984 en el Puerto de La Libertad, El Salvador, como ves la palabra Libertad ha estado presente en mi vida desde los orígenes y yo particularmente la relaciono con la inmensidad del mar, donde la vista se pierde en una línea horizontal, donde el cielo y el agua se unen, donde vuelan libremente las aves y los peces nadan surcando las aguas, donde el ser humano reconoce la inmensidad del Creador, las mismas aguas que más adelante comprendí que fueron testigos de travesías innumerables de mercaderes en busca de la libertad de los cautivos cristianos.

Soy hijo de una familia creyente y practicante, mi abuela rezaba el Rosario cada día, la recuerdo cada mañana al despertar y prepararme para ir al colegio, estar ella en el sofá con el Rosario en la mano, era lo primero que hacía por la mañana, mi madre de joven fue catequista de Comunión, los domingos asistíamos a Misa de 9:00h en la iglesia del Sagrado Corazón muy cerca de casa, donde llegaron a fundar una comunidad los Padres Mercedarios.

El primero que escuchó la llamada vocacional en mi familia fue mi tío que un día comentó que iría al Seminario Mercedario de Guatemala, aquella noticia fue muy admirable para mí y marcó un antes y un después en mi vida cristiana y vocacional.

Los estudios de primaria y secundaria los realicé en un instituto católico pero los inicios del discernimiento vocacional los sitúo personalmente en la adolescencia, donde fuimos invitados asistir con el grupo de amigos a las actividades de los diferentes movimientos eclesiales de la parroquia, de donde nacieron grupos de adolescentes que nos reuníamos semanalmente en la iglesia.

En el año 2000 comencé asistir a Misa diaria para rezar por la vocación de mi tío, por su perseverancia en el seminario, recuerdo que llamó mi atención lo que hacían unos jóvenes un poco mayores que yo que ayudaban al padre en el altar, así que les pregunté si me podían enseñar y me respondieron que sí, que me preparara para comenzar la siguiente semana, serví como monaguillo en la parroquia por cinco años hasta que marché al seminario; mi tío estuvo seis meses en el seminario, para mí fue un duro golpe, una desilusión su salida del seminario, pero Dios nunca abandona y supo mantenerme unido a Él en la iglesia valiéndose de muchos medios: catequesis de Confirmación, escuela de teología los fines de semana, monaguillo, grupos juveniles, campamentos, apostolados, retiros, convivencias, excursiones; recuerdo que los tiempos de vacaciones del instituto los pasábamos ayudando en la parroquia en labores de limpieza, montar los belenes en los templos, preparar pastorela de Navidad, cursos de verano para niños que ofrecíamos gratuitamente desde la parroquia a los cuales se apuntaban un gran número de niños de nuestro barrio, los monitores éramos los jóvenes de la parroquia.

Continué los estudios de bachillerato en el mismo instituto, mientras en la parroquia fui conociendo poco a poco la vida de los frailes mercedarios, dos sacerdotes, uno mayor y otro más joven, trabajadores incansables en la misión pastoral y el carisma mercedario, uno era el párroco y el otro capellán de prisión y encargado de la acción caritativa y social (obra mercedaria), ambos eran muy cercanos y acogedores, hombres de acción y oración.

Un día el párroco me preguntó si quería hacer un proceso de discernimiento vocacional y respondí que sí, días después viajamos a Guatemala con motivo de una reunión de la Vicaría Mercedaria de Centroamérica, me presentó al delegado vocacional quien me acompañó por dos años en un camino y proceso de discernimiento para descubrir el llamado de Dios en mi vida.

Momento de decisiones

El proceso de discernimiento y acompañamiento vocacional específico duró dos años, paralelamente al acabar el bachillerato ingresé en la universidad y comencé la carrera; previo al ingreso al seminario el acompañante propuso una experiencia en la comunidad religiosa de El Salvador, continuar los estudios universitarios haciendo vida en la comunidad religiosa, me pareció muy acertado; al comunicar a mi familia la decisión de ingresar al seminario mercedario para ser fraile y sacerdote recibí todo su apoyo, el Señor con su Santo Espíritu y la intercesión de nuestra madre la santísima Virgen María habían preparado el camino y los corazones para la noticia, comentaban que no era una decisión extraña ni ajena visto el compromiso que tenía con la iglesia y el tiempo que le dedicaba, puedo estar seguro que cada uno de mis familiares y amigos rezó y continúa rezando por mi vocación, así lo siento, y no dudo de ello. Fueron seis meses de vida comunitaria, estudios académicos en la universidad y actividades juveniles en la parroquia.

En enero del 2005 ingresé en la Comunidad Mercedaria de La Antigua Guatemala, casa de formación de aspirantes y postulantes de la Vicaría Mercedaria de Centroamérica, fueron tres años previos al noviciado, formación interna en el seminario y formación en el Seminario Mayor de la Asunción en Ciudad de Guatemala donde estudiamos la filosofía, en el año 2007 en octubre viajamos tres jóvenes al noviciado de San Ramón en España, bien dicen que el noviciado marca la vida de los jóvenes y este fue mi caso, una vivencia profunda de la vida comunitaria, vivencia de los votos y del carisma mercedario, profesamos los primeros votos en octubre del 2008, retornamos a Guatemala para terminar la formación filosófica y comenzar la teológica en el Seminario San Pedro Nolasco de Guatemala, fueron cinco años de vivencia en el seminario junto a los formadores y compañeros seminaristas, realizando todo tipo de actividades: académicas, convivencias, retiros, cursos, pastoral, hasta recibir los ministerios menores, el último año de teología lo realizamos junto a mi compañero de camino en la comunidad mercedaria de Capuchinas, en el centro de Ciudad de Guatemala, donde también ejercimos el ministerio del diaconado luego de recibirlo en mayo de 2013 en El Salvador, una vez terminados los estudios teológicos fui ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 2013 en la parroquia Nuestra Señora de la Paz de El Salvador.

Desde octubre de 2019 pertenezco a la comunidad del noviciado de San Ramón, Lleida, España, nombrado por el Provincial y su consejo maestro de novicios, tarea para la que intento formarme para un mejor servicio en la formación.

Mi experiencia de la vocación ha sido una historia de libertad entre Dios que llama y el hombre que responde desde la misma libertad que Dios le ha dado.