Después de larguísimo y accidentadísimo viaje, cuando el reloj entraba en el día de san Andrés, 30 de noviembre, llegó a nuestro noviciado raimundiano Mario de Jesús Molero Villalobos.

Presentado ya en la misa conventual, a las 9h, sin ceños de cansancio cumplió toda la jornada hasta la hora de vísperas.

Fue en este momento histórico, las 20h, como apuntó el padre Francisco Marín García,  cuando toda la comunidad nos congregamos para compartir el gozo del Postulante venezolano. Bajo la presidencia del padre Superior, estábamos los padres Luis Roberto Mejía Salazar, maestro, y Joaquín Millán Rubio, el decano fray Antonio Esteban Rozados, los novicios Deynner José Mora Márquez, Domenico Gallitelli,  Ricardo Heriberto López Domingo y  Rubelcy Avelardo Pérez Rodríguez.

Paladeamos la salmodia del Santo aspado y al contado de la lectura breve, por cierto bien adecuada al momento (Cristo ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores...), el padre  Superior interpeló a Fray Mario de Jesús, que, sin titubear, aclaró querer ser admitido a seguir a Cristo en la Orden de la Merced.

El padre Francisco le evocó la asistencia maternal de María, en esta su Orden, la protección de san Ramón, que exalta este lugar sagrado, la ejemplaridad del patriarca Pedro Nolasco, que se entró sin regateos a los pobres. Oró luego al Señor de quien procede toda vocación santa, y vistió a Mario, ayudado del padre Joaquín. Seguidamente lo confió al padre Maestro.  En las preces recordamos a nuestros enfermos y a los difuntos allegados. El canto del Magníficat fue broche de oro. Para remate, numerosas fotografías, y una cena diferente con tertulia de ricas evocaciones.

 

P. Joaquín Millán